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Imagen:UNESCO |
En un mundo en que el concepto de liderazgo ha ido cambiando a la par con los conceptos de aprendizaje y del concepto de información y comunicación de la mano de la tecnología, y en el que el acceso que todos tenemos hoy en día democratiza nuestra percepción de autoridad participativa y no como una autoridad que dicta qué es lo que hay o no hay que hacer, es interesante ver cómo ha de ser el liderazgo al interior de la institución educativa.
En el área de la educación se está buscando una Dirección Escolar para el Cambio: del modelo transformacional a un liderazgo distributivo. En la historia de la educación siempre hemos vivido dentro del esquema de un liderazgo instructivo, en que el énfasis está en la organización, esta propuesta tuvo y sigue teniendo una fuerte influencia en el mundo educativo y sus aportaciones son innegables: así, cambió el enfoque tradicional de una dirección burocrática, centrada en la organización, a una dirección más preocupada por la enseñanza. Sin embargo, esta visión del liderazgo era claramente insuficiente. De entrada, era estática, dado que se basaba en el la identificación de las características de las escuelas que funcionaban bien, pero no de las que tenían que mejorar.
Luego se ha buscado el desarrollo de un liderazgo centrado en el carisma, centrado en una visión y misión, en que se centre en las capacidades individuales, estimulando las capacidades intelectuales de las personas y que se motiven a las personas (que es conocido como liderazgo transformacional), pero que tiene resabios del liderazgo de estilo burocrático, y en un mundo que está cambiando de forma tan vertiginosa no da respuesta a las necesidades que aparecen en nuestra forma de entender el aprendizaje y la educación.
Una nueva forma de entender el liderazgo es desde la visión distributiva, la cual implica más que una simple remodelación de tareas, significa un cambio en la cultura, que entraña el compromiso y la implicación de todos los miembros de la comunidad escolar en la marcha, el funcionamiento y la gestión de la escuela. De esta forma, el liderazgo distribuido aprovecha las habilidades de los otros en una causa común, de tal forma que el liderazgo se manifiesta a todos los niveles (Harris y Chapman, 2002).
Con el liderazgo distribuido se genera un incremento de la capacidad de la escuela para resolver sus problemas. Un centro se desarrolla cuando incrementa los aprendizajes de sus alumnos, reuniendo de manera conjunta tanto la labor del aula como la del centro. La mejora del centro depende de la acción coordinada de los propios implicados. El directivo identifica, establece acuerdos y metas deseables, estimulando y desarrollando un clima de colaboración, apertura y confianza, lejos de la competitividad entre las partes.
Es importante saber que el liderazgo distributivo implica que las personas que lo ejercen tienen que estar prestos a los cambios y que esos cambios también implican riesgos y una búsqueda visionaria. ¿Estaremos dispuestos?
Y mientras tanto se siguen esperando los líderes para llevar la educación adelante. Mejor hagamos de líder en nuestra aula, pero con propiedad, no con el temor de que nos pueden llamar la atención.
ResponderBorrarUn abrazo.