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Educar en valores en un mundo 2.0

Fuente Flickr.com Fotógrafo Henriksent 
Hoy en día nos encontramos con que uno de los componentes esenciales y que buscan los padres a la hora de escoger colegios para la educación de sus hijos tiene que ver con los valores y su transmisión, es decir, que junto con la calidad de los contenidos y aprendizajes, buscan un sustento que les ayude a suplir aquellas virtudes que deberían tener como hombres y mujeres. El componente de los valores ha cobrado relevancia hoy, por sobre otros temas que también son fundamentales, mas veo que se ha tomado muy a la ligera qué propuestas concretas tienen los establecimientos para entregar un plus ante esta necesidad que presentan los padres y apoderados el día de hoy.

Es fácil,en la teoría, instalar en el discurso de cualquier proyecto educativo los valores que se quieren alcanzar, pero se está apuntando en una mala dirección, porque caerá en las contradicciones de no saber cómo aterrizar en forma concreta y efectiva lo que se busca. Creo que para una educación que va en aprender haciendo, con metodologías que inician su proceso de aprendizaje desde el mundo concreto y que persiguen que se generalicen mediante un ejercicio de abstracción, pero no al revés, provoca un cierto contrasentido de lo que se hace con los mismos valores.

¿Cuál es el problema de hablar de los valores en abstracto primero antes que desde una visión concreta? Es sencillo dar un argumento sólido: nadie ve la verdad, el amor, la honestidad, el respeto, o cualquier otro valor, porque son intangibles, no los podemos cuantificar, medir e incluso jerarquizar de forma absoluta; pero qué es lo que sí vemos son hombres y mujeres que son honestos, veraces, respetuosos y que aman, y de ellos podemos sí ver cuáles son sus jerarquías, llegar a convenciones e incluso proponer en el tejido social aquellos que nos parecen más importantes para una sana convivencia.

Al tratar de educar en valores en esta sociedad de información caemos en la grave y seria contradicción del discurso y que se ha enunciado en el párrafo anterior, desde una simple (o quizá alambicada) actividad, que justifica la búsqueda enfermiza de evidencias inmediatas, tangibles y registradas no se logar a apuntar al corazón del tema que persiguen varias instituciones: inculcar, transmitir, y hacer entender que la actitud que se busca cultivar es trascendental en la convivencia de las personas.

Si hoy nos damos cuenta, los aprendizajes significativos se dan en una razón de 70:20:10 tal como lo propone Charles Jennings (Un 70% se aprende en el acto mismo de adquirir, por medio de la práctica, un aprendizaje; el 20% es recordando y repitiendo tal aprendizaje; y sólo el 10% es por medio de la memorización de un texto o manual), lo mismo nos pasa a la hora de los valores en este sistema de aprendizaje. Se pueden dar cátedras, actividades, motivaciones de un valor o virtud, pero si no lo vivencio, difícilmente lo adquiriremos. Si las nuevas formas de entender los aprendizajes significativos apuntan a apreciar el proceso más que el resultado, no se puede justificar inculcar los valores mediante unas actividades que conducen a simples resultados que carecen de un seguimiento de las personas, a pesar de estar científicamente cuantificadas, por la sencilla razón de que los hombres y mujeres somos mucho más que la sumatoria de una serie de instrucciones y secuencias que llevan a un resultado esperado y determinado.

Les invito a pensar, comentar y compartir sus experiencias o las de terceros, porque de verdad, en muchos colegios se dice educar de forma integral, pero ¿bajo qué criterios? ¿desde el mundo bello de la abstracción o desde la realidad que busca y persigue que las personas crezcan haciendo algo mejor para la sociedad?

Para que puedas profundizar:

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