Frente a una crisis de conceptos
Dentro de las discusiones y acciones que se han tomado a lo largo de este año por los cambios en el sistema curricular de los alumnos de tercero y cuarto medio se están dando temas que, de fondo, parecen menos importantes ante la supresión de algunas asignaturas como obligatorias pasando a ser optativas y, además de ellos entrando a competir y complicar a los colegios: equipos directivos y docentes en particular (lo hablo porque siendo profesor de religión me he quedado observando la manera de cómo las justificaciones por defender a los profesores de Historia, Artes y Educación Física dentro del currículo ha sido increíble, pero se han callado por el ejercicio de las clases de religión, pero ese no es el tema que me compete ahora).
Llama la atención los nombre empleados para algunas asignaturas nuevas (o quizá ni tan nuevas), pero tienen el calificativo "para la ciudadanía". ¿Por qué hoy se habla de ciudadanos?¿quiénes son hoy los nuevos ciudadanos?... en el fondo ¿qué es ser ciudadano hoy?
Si nos centramos en la idea de que el concepto de derecho se aplica hoy no tan sólo a los seres humanos de manera exclusiva. Ya desde el inicio de la idea de derecho, los estados fueron concebidos como sujetos de estos y de ejercer deberes, posteriormente las corporaciones (empresas, industrias, congregaciones religiosas, entre otras) obtienen lo que se llama personalidad jurídica, lo que posibilita que sean tratados de igual a igual como a los seres humanos.
Hoy se agregan nuevos sujetos de derechos, y por lo mismo, hay otros sujetos de derecho que han ido "cediendo" o "menoscabando" los suyos. Un ejemplo de ello son los animales, que ya han ido adquiriendo una serie de derechos frente a las personas siendo protegidos por ley frente a los seres humanos. Paralelamente hay sujetos que han perdido frente a la conquista de dichos derechos, olvidándonos que para que haya un animal que posea derechos hay un ser humano que les dota de dicha cualidad que no es propia de ellos.
La crisis que se está cultivando aquí es la pregunta sobre quién determina los derechos y define cuáles son derechos a articular en la convivencia ciudadana. Por ello es muy delicado que en nuestro vocabulario vayan desusándose palabras y conceptos que homologan y reducen las relaciones humanas. Desvanecer de nuestro vocabulario la palabra persona para ser reemplazada por ciudadano es un ejemplo de ello: dejar de lado un sujeto que tiene una voz y que por tener voz ha de ser escuchado en su totalidad (persona) y reemplazarlo por aquel que habita en medio de iguales que lo reconocen como tal y le dan una serie de derechos y deberes (ciudadano). Una pregunta sencilla, en un complejo entramado que estamos enseñando, es ¿La dignidad se gana? Eso va a depender de la óptica con que se establezca la relación entre personas o individuos.
Muchos pensarán que esto es individualismo, pues es todo lo contrario, es personalismo. Querer salvar la identidad propia, la originalidad como persona, es una tarea completamente noble, es en el fondo, salvar la humanidad que se está sometiendo a cálculos meramente industriales, en costos y beneficios.
El riesgo es reducir todo lo que estamos aprendiendo en el colegio a una simple instrucción de acciones que deben seguir, cual diagrama de flujo y de trabajo eficiente.
¿Qué derechos son en el fondo los que estamos entregando para nuestros jóvenes?
Dentro de las discusiones y acciones que se han tomado a lo largo de este año por los cambios en el sistema curricular de los alumnos de tercero y cuarto medio se están dando temas que, de fondo, parecen menos importantes ante la supresión de algunas asignaturas como obligatorias pasando a ser optativas y, además de ellos entrando a competir y complicar a los colegios: equipos directivos y docentes en particular (lo hablo porque siendo profesor de religión me he quedado observando la manera de cómo las justificaciones por defender a los profesores de Historia, Artes y Educación Física dentro del currículo ha sido increíble, pero se han callado por el ejercicio de las clases de religión, pero ese no es el tema que me compete ahora).
Llama la atención los nombre empleados para algunas asignaturas nuevas (o quizá ni tan nuevas), pero tienen el calificativo "para la ciudadanía". ¿Por qué hoy se habla de ciudadanos?¿quiénes son hoy los nuevos ciudadanos?... en el fondo ¿qué es ser ciudadano hoy?
Génesis de una crisis
Ya desde 1948 se hablaba de la defensa de los derechos de las personas, ejemplo de ello es la creación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Organización de Naciones Unidad (ONU), la gran consigna era: todos somos iguales en dignidad y derechos, algo fundamental para establecer una buena convivencia entre las naciones después del horror vivido luego de dos guerras mundiales. Para quienes participaron dentro de la redacción de la Declaración un ciudadano es reconocido por sus iguales, dado que tiene las características que le hacen un sujeto que posee y ejerce sus derechos de manera inalienable. Al día de hoy la pregunta que compete es: ¿qué derechos te hacen ser o pertenecer al grupo de los ciudadanos?
Si nos centramos en la idea de que el concepto de derecho se aplica hoy no tan sólo a los seres humanos de manera exclusiva. Ya desde el inicio de la idea de derecho, los estados fueron concebidos como sujetos de estos y de ejercer deberes, posteriormente las corporaciones (empresas, industrias, congregaciones religiosas, entre otras) obtienen lo que se llama personalidad jurídica, lo que posibilita que sean tratados de igual a igual como a los seres humanos.
Hoy se agregan nuevos sujetos de derechos, y por lo mismo, hay otros sujetos de derecho que han ido "cediendo" o "menoscabando" los suyos. Un ejemplo de ello son los animales, que ya han ido adquiriendo una serie de derechos frente a las personas siendo protegidos por ley frente a los seres humanos. Paralelamente hay sujetos que han perdido frente a la conquista de dichos derechos, olvidándonos que para que haya un animal que posea derechos hay un ser humano que les dota de dicha cualidad que no es propia de ellos.
La crisis que se está cultivando aquí es la pregunta sobre quién determina los derechos y define cuáles son derechos a articular en la convivencia ciudadana. Por ello es muy delicado que en nuestro vocabulario vayan desusándose palabras y conceptos que homologan y reducen las relaciones humanas. Desvanecer de nuestro vocabulario la palabra persona para ser reemplazada por ciudadano es un ejemplo de ello: dejar de lado un sujeto que tiene una voz y que por tener voz ha de ser escuchado en su totalidad (persona) y reemplazarlo por aquel que habita en medio de iguales que lo reconocen como tal y le dan una serie de derechos y deberes (ciudadano). Una pregunta sencilla, en un complejo entramado que estamos enseñando, es ¿La dignidad se gana? Eso va a depender de la óptica con que se establezca la relación entre personas o individuos.
Consecuencias para la Enseñanza
Si no prestamos atención a las palabras que empleamos caeremos en una homologación de individuos, como colectivo, sin rostro, solo una cantidad y ser uno más dentro de una colmena.
Muchos pensarán que esto es individualismo, pues es todo lo contrario, es personalismo. Querer salvar la identidad propia, la originalidad como persona, es una tarea completamente noble, es en el fondo, salvar la humanidad que se está sometiendo a cálculos meramente industriales, en costos y beneficios.
El riesgo es reducir todo lo que estamos aprendiendo en el colegio a una simple instrucción de acciones que deben seguir, cual diagrama de flujo y de trabajo eficiente.
¿Qué derechos son en el fondo los que estamos entregando para nuestros jóvenes?
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