Al momento de estar elaborando este artículo tengo que confesar que el hecho más importante de muchos colegas docentes es finalizar el año (sobreviviendo al papeleo administrativo de estos últimos días). En algunos casos se da el tiempo como para pensar, formular preguntas y deseos de mejorar, en especial cuando hay que corregir las planificaciones; y hoy para mí, mis preguntas son sencillas: Se nos invita a trabajar en redes, pero el desarrollo individualista de la profesión docente provoca que exista una competencia desmedida y poco ética en algunos casos; los esfuerzos que se hace para trabajar en redes de apoyo se ha reducido en algunos casos en una suerte de “copy/paste” del producto de otros, no existiendo retroalimentación del trabajo o de la aplicación de tal o cual actividad. En otros casos, que no son pocos, el uso de redes es sinónimo de consumo de proyectos, trabajos, artículos, no hay un mínimo espacio para la generación de ámbitos (espacios que generan creatividad). ¿Estamos realmente capacitados para trabajar en redes de apoyo?, o mejor dicho ¿Las redes que vemos en nuestro entorno educativo nos han servido para educar?
La red como apoyo
En una imagen que me gusta mucho, los trapecistas de circo, necesitan de una red de apoyo para cuando levantan sus piruetas por el aire, pero siempre con la confianza de que van a tener una seguridad para seguir haciendo tal o cual giro o peripecia. En el ámbito docente, las redes deberían funcionar como apoyo, no como una muleta, sino como la base para seguir adelante. Es el caso de algunos grupos en que sus experiencias sirven de apoyo y guía para los nuevos docentes que se enfrentan al mundo del trabajo colaborativo, obtienen ideas, comparten experiencias, se les dan comentarios, mejoran, evolucionan y crean nuevas experiencias.
Dado el costo del tiempo que se tiene para revisar muchos trabajos o experiencias, hay formas y modelos para filtrar lo que se necesita y se puede aplicar, no arrastra a hacer de forma “dogmática” tal o cual actividad, experiencia o dinámica de aprendizaje.
La red como arrastre
La segunda imagen que se me viene con la palabra red, es la de aquellos peces que pululan por el océano y son arrastrados por redes kilométricas de los barcos factorías. Ese sistema cerrado que dentro no permite que algo entre o salga. Las redes, en algunos casos, cuando su objetivo es lograr resultados uniformes en cada uno de sus miembros no permite el espacio para el desarrollo creativo, de ese ser único y diferenciado del resto que es un aporte al todo.
A veces, sólo a veces, me da la impresión que el lograr objetivos estandarizados dentro de un grupo lleva a que haya mayor pérdida que ganancia. Los docentes tienen esa sensación de “ahogo”, de hacer algo diferente, porque hay que cumplir con tales o cuales metas u objetivos, esa sensación de estar siendo arrastrados por las metas que hay que cumplir.
La red de la telaraña
La primera vez que escuché la palabra red, con la historia del desarrollo de la Internet, me dijeron que es bien similar a la telaraña, en que la araña se puede mover libremente dentro de ella, siente lo que pasa, nunca está de sobra cada una de sus partes, en el fondo, es su medio para poder vivir, desarrollarse y cuidarse. En el fondo, esta analogía es la que más me hace eco para poder aprender el uso de las redes; necesariamente deberíamos estar buscando experiencias creativas, creo que nos hemos ido encerrando, pero las redes son un verdadero apoyo para educar.
Lo primero que hay que saber hacer para entrar en las redes de apoyo y creatividad es perder el miedo. Simplemente así podremos pensar en redes para educar.
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