En el mundo educativo se habla mucho del desarrollo de habilidades que posibiliten nuevos aprendizajes. Ya estamos muy alejados de una entrega de contenidos en los estudiantes; las dinámicas han cambiado con el paso del tiempo, y este paradigma en la educación se ha instalado con mayor o menor éxito.
Las habilidades son conductas que se adquieren para un determinado tipo de situación. Un ejemplo de ello es que usted pueda estar leyendo este texto, pero al mismo tiempo está elaborando una idea que resuma todo lo que ha leído; esa habilidad lleva consigo una serie de procesos que han llegado a desarrollar una destreza, la cual, puede que en el tiempo y en la vida cotidiana no la use, pero, cuando llegue el momento determinado, y volviendo a practicarla, aparecerá. Todo ello está muy bien, pues no son los contenidos los esenciales, sino el proceso para poder adquirir tal o cual conocimiento. El punto es ¿qué sucede que hemos mirado en menos los hábitos?
Quiero hacer el alcance desde la perspectiva filosófica, y luego desde la psicología. En filosofía hábito es predisponer a un sujeto para la realización perfecta de una tarea o actividad, es la forma como nos comportamos frente a tal o cual actividad. En el fondo cuando se habla de hábito se valora la virtud que se consigue en la moderación de nuestras pasiones, descubriendo aquello que nos conviene y que busca siempre lo mejor.
En psicología ocurre algo similar. El hábito es cualquier comportamiento repetido regularmente, que requiere de un pequeño o ningún raciocinio y es aprendido, más que innato. Pero la diferencia es que los hábitos son conductas aprendidas y que son necesarias en todo tiempo y momento, los cuales son necesarios para el desempeño dentro de un grupo o una actividad determinada.
Un profesor de filosofía de la Universidad decía que los hábitos una vez que se adquieren (habeo = tener), cambian a la persona de por vida. El ejemplo, bueno, es sencillo: cuando vas al doctor y te encuentra una enfermedad como la diabetes, recomienda que sigas una serie de hábitos alimenticios; se pueden seguir o no, pero el no hacerlo significa que el deterioro de la vida sigue, pero al seguirlo se logra una mejor expectativa de vida.
En la enseñanza actual se habla de destrezas y habilidades, pero muy pocos los hábitos; creo que es necesaria la creación de hábitos desde la infancia, si bien es cierto hay varios adquiridos (como el lavado de dientes, el consumo recurrente de agua), un buen equilibrio es que los niños puedan ver a sus padres también leyendo, conversar en la sobremesa como un buen complemento del "slow food" (y no salir disparados a ver los monitores de los smartphones o tablets después de comer). Falta mucho hoy para lograr ese equilibrio, pero es posible. Es esencialmente la enseñanza desde el hogar, los establecimientos simplemente pueden reforzar estos hábitos dentro de la convivencia escolar, ya que en la convivencia más que las destrezas debemos fortalecer los buenos hábitos.
Imagen: Del Colegio Emmanuel
En psicología ocurre algo similar. El hábito es cualquier comportamiento repetido regularmente, que requiere de un pequeño o ningún raciocinio y es aprendido, más que innato. Pero la diferencia es que los hábitos son conductas aprendidas y que son necesarias en todo tiempo y momento, los cuales son necesarios para el desempeño dentro de un grupo o una actividad determinada.
Un profesor de filosofía de la Universidad decía que los hábitos una vez que se adquieren (habeo = tener), cambian a la persona de por vida. El ejemplo, bueno, es sencillo: cuando vas al doctor y te encuentra una enfermedad como la diabetes, recomienda que sigas una serie de hábitos alimenticios; se pueden seguir o no, pero el no hacerlo significa que el deterioro de la vida sigue, pero al seguirlo se logra una mejor expectativa de vida.
En la enseñanza actual se habla de destrezas y habilidades, pero muy pocos los hábitos; creo que es necesaria la creación de hábitos desde la infancia, si bien es cierto hay varios adquiridos (como el lavado de dientes, el consumo recurrente de agua), un buen equilibrio es que los niños puedan ver a sus padres también leyendo, conversar en la sobremesa como un buen complemento del "slow food" (y no salir disparados a ver los monitores de los smartphones o tablets después de comer). Falta mucho hoy para lograr ese equilibrio, pero es posible. Es esencialmente la enseñanza desde el hogar, los establecimientos simplemente pueden reforzar estos hábitos dentro de la convivencia escolar, ya que en la convivencia más que las destrezas debemos fortalecer los buenos hábitos.
Imagen: Del Colegio Emmanuel
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