Hace un par de días, preguntaba a los profesores que generalmente emplean los recursos TICs, si se sentían cómodos en el ambiente en que se desempeñan usando estas herramientas. La respuesta fue unánime: no.
No me extrañé de la respuesta, ya que cuando hice esta pregunta tenía la impresión de que aquellos profesores que empleamos los recursos de tecnológicos (y tenemos como norte que las TICs son parte del proceso de integración de la nueva forma de enfrentar el mundo), no somos bien vistos en los establecimientos.
En varios artículos que he escrito durante estos meses he ido mostrando que la tendencia mundial es la democratización de la información, y también un acceso igualitario de oportunidades para quienes vemos la información, con el uso y la valoración de los contenidos que se tienen a la mano. El problema es que aquellos, nuestros destinatarios en el proceso de enseñanza emplean los recursos mejor que nosotros (en algunos aspectos), no podemos hablar el mismo lenguaje que están empleando.
Hay varias contradicciones que se presentan hoy:
En un primer lugar, está el énfasis de entregarle computadores a los niños para que tengan un acceso igualitario para los alumnos y alumnas de escasos recursos, la pregunta y la tesis principal es ¿se da un acceso igualitario? Según lo que parece no ha sido así (para esto vean el reportaje que salió en La Tercera) Los alumnos reciben un computador para acceder a la información, pero no tiene un docente que le enseñe cómo seleccionar, discriminar, emplear, y por último aportar algo nuevo a lo que ha encontrado. Porque el docente no posee las competencias que tiene que desarrollar en sus alumnos.
En un segundo lugar, el esfuerzo por que los profesores se capaciten en el uso de los recursos TICs, ha sido una transmisión técnica, pero sin mucha transposición didáctica, invitan a hacer planificaciones empleando el uso de este tipo de tecnologías, mas, al momento de llegar al aula nos encontramos con las grandes trabas. Una de ellas, tal como lo presenta el informe McKensey, es la ausencia de manutención de los computadores, y/o no alcanzan a tener acceso a la Red. Debería haber, desde las políticas gubernamentales, que los colegios tuviesen acceso gratuito a Internet y empresas que subvencionadas por el estado que vean el estado de los equipos entregados, pero no es prioritario, es cierto, más importante la seguridad, los baños, la vida sana, pero la formación puede esperar, si existe algún problema que lo revise el profesor de computación (lástima que muchas veces no son técnicos).
Un tercer punto es que muchas escuelas tienen recursos, están operativos los equipos, pero muy pocos docentes los emplean -sería lo típico-. Pero, cuando un docente los utiliza de forma reiterada y sistemática, ya sea como referencia en su investigación (sí, los profesores que empleamos TICs investigamos y nos actualizamos) o para elaborar nuevos productos para sus clases, son vistos con malos ojos: profesores que están frente a un computador son sinónimo que están chateando (bueno, siempre hay algunos que los emplean sólo para eso). A los instructores de buceo y de aviones se les pide horas de práctica, y mientras más horas mayor es la confianza, ¿a un docente que mientras más horas las emplea menos trabaja?
En la parte administrativa, también hay una gran contradicción, se pide constantemente que hay que usar las tecnologías para facilitar los procesos de gestión, pero lo que vemos es lo siguiente: los recursos tecnológicos son empleados como las viejas máquinas de escribir -en vez de emplear menos hojas la cantidad ha aumentado de manera geométrica-, y los proyectores son empleados como las viejas pizarras de madera y tiza que marcan la tabla de reunión, y que cuando las leemos son un verdadero testamento y un suplicio para el espectador. El esfuerzo que hacen las políticas gubernamentales y del OCDE, es alcanzar niveles de acceso igualitario, y que los docentes seamos capaces de facilitar los aprendizajes por medio de las nuevas tecnologías. Se viven nuevas instancias y trabajamos tal como lo hemos hecho durante más de 30 años. Lo único que han cambiado son los instrumentos, en los procedimientos seguimos haciendo lo mismo.
El éxito no se basa en llenar de computadores el país, eso no es sinónimo de modernidad, la modernidad y el éxito se basa en cuál es la mentalidad que se emplea para ver las oportunidades que se presentan. Si seguimos en este rumbo contradictorio daremos vueltas en círculos preguntándonos por qué no avanzamos, si el producto de las contradicciones es no avanzar.
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